¿Sirve el castigo para educar?

Publicado  el 25/10/2023

El castigo se podría definir como aquella acción realizada por una persona que provoca desagrado en otra y que tiene como finalidad eliminar o corregir una conducta o comportamiento molesto o inadecuado. En este sentido `podemos entender que el castigo es una forma de educar

Los  castigos más frecuentes que los padres imponen a sus hijos son:

  • El tiempo fuera: prohibir al niño permanecer en el lugar  donde ha exhibido una conducta considerada molesta o inapropiada (enviarlo a dormir, a su habitación, a la silla de pensar,…).
  • La retirada de reforzadores o estímulos positivos: prohibir cosas que le gustan al niño (ver la TV, la consola o tablet, ir al parque, salir a jugar con los amigos, etc.)
  • El castigo físico: hacer daño físico a los niños como consecuencia de algo que han hecho.

Mucha gente piensa que el castigo provoca lo que muchos quieren provocar: una lección. Que el niño sepa qué pasa cuando hace algo que no debe hacer..

El problema del  castigo  es que no soluciona la razón por la que el niño lleva a cabo una mala acción y perfectamente puede volver a repetirla cuando saben que no serán vistos. Arregla el acto, pero no el problema.

1. ¿Por qué se comporta mal un niño?

  • No encuentra otra forma de dar salida a su frustración. Le falta habilidad para gestionar sus emociones
  • Búsqueda de atención por parte de las personas que deberían proporcionársela, algo así como " si no me hacéis caso, si no me siento querido, acompañado, buscaré vuestra atención de otro modo".
  •  La falta de autoestima, el venir de un hogar donde le hacen sentir inferior. Se puede hacer mucho daño a un niño diciéndole lo inútil que es y que nunca llegará a hacer nada de provecho en la vida p ¿Qué puede hacer un niño así? Pues buscar quizás el modo de sentirse alguien importante: y el camino no siempre será el adecuado. Que hablen de ti, aunque sea para mal, es una manera de que alguien hable de ti, ¿no?
  • Dificultades para adaptarse a ambientes que tienden a estandarizar, como la escuela. Ahí se pretende que todos se comporten según unas normas y que logren unos hitos comunes. Más o menos todos los niños lo van logrando, pero siempre hay alguno que se resiste y muestra esa resistencia con un mal comportamiento

2. ¿De qué sirve entonces un castigo en todos estos niños?

En la mayoría de los casos, de poco. El problema seguirá ahí después del castigo. Anulamos una acción, pero la raíz sigue intacta y, si acaso, se agranda, se hace cada vez mayor.

3. Entonces, ¿cómo educar sin castigos?

Cuando los padres se enfrentan al mal comportamiento de sus hijos, ignoran que normalmente los sentimientos perturbadores son los que provocan tal conducta. Por esta razón, la cuestión no se limita únicamente a castigos sí, castigos no, sino que va más allá. Se puede, y se debe, tratar de educar a los niños en base al respeto, con cariño, diálogo, cercanía y sin violencia.

Hay que ocuparse de los sentimientos antes que intentar mejorar la conducta.

¿Cómo hacerlo?

  1. El pequeño debe conocer los límites y normas que rigen en casa y fijar unos mínimos exigibles en función de la edad y de su capacidad de comprensión.

2. El castigo es la última opción. Cuando el niño se comporta de forma incorrecta debemos primero explicarle que está haciendo algo indebido. Hay que mostrarle con evidencias que debe reconducir su actuación y darle la oportunidad de rectificar antes de castigarlo. En este sentido el castigo es la última opción.

3. El niño debe entender en qué consiste el castigo. La improvisación no es una buena aliada. Tras las advertencias al niño debemos explicarle el castigo que va a recibir si no rectifica. En general siempre debe ser proporcionado a la acción y claro. Si el castigo es excesivo o incomprensible no tendrá utilidad alguna.

4. Como padres debemos mantener la calma, no gritar y controlar los nervios. Esto es difícil según la situación en la que se esté produciendo el mal comportamiento del pequeño pero es muy recomendable. Nuestra calma hará que comprenda más facilmente las repercusiones de su acción y, al mismo tiempo, transmitirá un modelo de conducta correcto

5. Consenso en los límites y las normas. Todos los miembros de la familia deben pactar unos mínimos y ser coherentes. abuelos, tíos y padres deben siempre aplicar la misma pauta. Es difícil que el niño entienda cómo debe actuar si no hay acuerdo, a veces, entre los mismos padres o miembros de la famlia

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